martes, 7 de noviembre de 2017

Será entonces.

Tendré que convencer a mis manos,
para volver a recitar,
cuentos en ideas, dentro de seducciones,
evitando volver a escribir de ti y de ti.

Y ese beso que fuese el magma recién salido de la tierra,
ahora deberá ser la amistad racional del olvido,
para poder ir corriendo dentro de la mancha,
dientes sin el aliento de tirar a tu cama mi cuerpo,
para cometer mis acciones desventuradas,
a tus caderas pérdidas en mis anhelos,
o tus manos dejando de tocarme,
con tu boca exiliada de la mía.
para mmencionar mis condiciones de poeta radical
que tanto te disgustaban, y gustaba.


Mejor me siento, en la fuerza de mi patria
proeza de un futuro porvenir
manchado tantas veces por mi premura
de querer por entero sentir tu falacia
rutinaria y mal vista
de una república socialista.

martes, 24 de octubre de 2017

Si es que se debe terminar todo, que así sea.

- No me imagino otra gema que le haga el peso al metal -

Estoy sentado entre medio de mis pupilas que se sobrecogen con la canción de invierno que sonó tantas veces a través de mis recovecos de mujer sometida, poco a poco liberada, poco a poco llamada a encabezar todos los sentidos de verdad.

Se me vuelve perturbador, las palabras que van cerrando los pequeños espacios que abrí con mis dedos de noctámbulo, mojando con mi lengua la parte más dura del clítoris que se revuelca al borde del mar, y duele tanto sentir que ya no tendré la oportunidad, paradisiaca, de volver a saborear los bordes de tus labios liberadores.

¿Porqué me llamaron a esta arremetida?

De cuantos corazones vive un hombre, cuando la promesa de sentir futuro se distancia de los días presentes, más en cada paraíso que va sentando cada uno de las ideas rebeldes, corriendo entre los portentos que nunca llegaron o las primeras palabras que enredaron tus garantías a mis fauces.

No tengo miedo, torero, no tengo miedo a sentir la rabia y la injusticia que profana mis amigdalas llorosas, esas mismas que pusieron toda mi relevancia como poeta sobre la impostergable falta de mujeres en estos versos que se van constituyendo como presa del pasado, sin que me dejen ver el futuro.


Los días perdidos de tu falsa primavera

¿Consultaste, cómo eran los días antes de nublar con tus pezones oscuros todas esas prominentes esculturas que se agrupaban, así gárgolas pelirrojas, entre tus dedos de camisa rota?

Parece un monticulo de gestos
el parte de comida
azotandose entre torres de mármol
sin sentido
ni perspectiva que sea mayor
debido a las cosas

insípidas en tu olor
arrasando cualquier pobre y triste hombre

ocurriese en algún momento ser santiamén
o segundo
o cualquier de esas cosas que los hombres
cuando no saben que hacer
van haciendo
por el resto del mundo
y yo me comprometo
a volverme toda una parodia
de un mundo falso
en donde podíamos besarnos
todas las tardes
en los mismos balcones
que ahora se cerraron
y lo más paradojico
es que es al reves
porque la primavera vino a cerrar las ventanas
y el cielo se despejo a la calamitosa
tarea ardua y potente de reconocernos como enfermos
que no tiene cura
porque las curas son para los enfermos
y la enfermedad que tengo
no quiero que se pase
porque cuando se pase
se ira todo
absolutamente todo
de lo que tan brevemente
fuiste.

Y extraño, por cada minuto
en donde no puedo apoyar mi cabeza
entre tus dedos de tirana
la sonrisa 
que se vuelve mucho más acorde
a lo que yo como color he querido
llevar a las playas
donde con un palito de sauce
rompo las líneas eternas de la arena
dibujando las sonrisas que a nadie
se le ocurriria llevar a cabo
porque no son
ni les interesa que escriban tu nombre
entre medio de las olas
y sus brebajes
que nos van a llevar de vuelta
una y otra vez
de nuevo
de nuevo 
hasta que se borre todo de ti.



jueves, 19 de octubre de 2017

de seguro tendremos miedo

Bueno,

Llego ese final
que suena a comienzo
de final.

momentos en que te diste cuenta que solo podías sostener de mi, la batería de mis ansiedades, unos cuantos kilowatts antes de prenderse en el ahogo de lo que entiendo, como mi ventana de emergencia llena de palancas y martillos que rompe y raja.

es que puedo ser toda la corriente del mundo

sé que puedo disipar las aguas con mis ganas infinitas de todo y todo

mi provocación al hacer
se vuelve tan apátrida
como corazones que se enfocan
el uno en el otro
sin tener respeto alguno por la soledad
Vaga.

conozco mis impetuosas tendencias
a descubrirlo todo
ahora
en cada segundo
en cada minuto

a sonreir como si no existiera
hoy, o mañana

y también conozco esa sensación
de autodestrucción
que me empieza a salir por la garganta
cuando como niño chico
veo salir de mi mismo
los entusiasmos
las cabezas rapadas (no nacionalistas)
las ideas fijas que se distorsionan en forma continua, acumulando mariposas en las esquinas, para quemarlas lentamente con bencina blanca, mientras las ve ascender entre las luminarias públicas que no permiten ver más allá del encandilamiento de los ojos perdidos.

Y se pierden,
estas mariposas, ahogadas en el asfalto de porquería que fecunda el pasado con semillas inseguras, de ellas mismas y de mi mismo.

y se vuelan,
alborotadas por el humo incendiado de proezas que cometieron otros, mientras juego a distinguir entre esas salidas opacas, calamitosas y estruendosas palabras. No quiero verte más.





Pesarán los días de abundancia.

Recorreré con mis inquietudes
simposios donde velará la muerte sus entredichos,
y no volverán a reírse los que antes reían,
en el solo hecho de entenderse distintos,
neófitos de la verborrea indecente,
pésimos amigos,
constantemente sometidos a la derivación,
pura e ilógica,
de una ciudad de sotanas y relicarios, putrefactos.

No creo en tu cruz,
ni en la idea de un mesías,
los mártires mueren, con sus ideas en el pecho. Y no reviven, nunca.

¿Qué valor tiene morir, si la muerte no te puede alcanzar?

¿Qué justicia se puede buscar, si no se está dispuesto a perderlo todo por ella?

La luz de la vela alumbra demasiado poco como para tratar de quemar el mundo.

A las 12:15 siempre llega el mismo mensaje, recordándonos que no tenemos mucha opción.

Cada una de mis uñas es una apuesta nueva al nuevo horizonte que estamos construyendo.

Vagaré, pero siempre con la sonrisa de quien está a punto de morir.

Y moriré, tratando de ser tan leal como insurrecto.


miércoles, 30 de agosto de 2017

Mis caricias se derriten a tu espalda

Comprendí hace muy poco, lo poco, con que tú me vuelves inhóspito.

Sentí la calma ansia, la fuerza triste, los días grabados entre conjeturas periódicas, malabares de sensaciones que se acumulaban a mis ventajas estudiadas, focos de estruendo que rompen los tímpanos llenos de miedo, liberando el sucedáneo de los besos correctos, las primicias sin acople, espantadas a cada manotazo de lubricado cabello que emana de tus vientos en otoño.

Sentí como recorre mi brazo tu almohada, o en viceversa sentí mis golpes a tus caderas de madera galvanizada, radiada por mi ímpetu de coloquial embustero, romántico cuando los días se van manchados de cadencia, rosas surgiendo de tus cuello estirado, con sus puntas cercadas de vagancia, o los ríos de color nostalgia arrastrando todo el deseo que día a día, siento me tienen.

Sentí noches que pasan entre mensajes encendidos, periplos de callejero acomplejado llenando en forma lenta mis sienes de fantasías adolescentes, revistas donde ocupas todas las portadas, apareciendo como redentora precursora de deseos galantes, impulsos cuánticos de sorber con mis ansias las pupilas dilatadas en tus ojos, apuntando a mi boca, mientras te tiendes en el sillón.

Sentí histeria y coraje por no tener masa suficiente en mi falanges para tomar con mayor decisión tus muslos tiernos, destronadores de mariposas, artífices poderosos que llenan de dulzura de colores fosforescentes los pensamientos, como abejas colonizadoras de esperanzas, entre flor y flor, para sembrar en mi polen amargo la abundancia de tu boca, en reversa, hacia la mía.

jueves, 10 de agosto de 2017

No es que quiera prometer, pero lo hago.

No existe un dios ante el cual jurar,
por lo cual se ve difícil ir cantando coros divinos,
mintiendo a siniestra sobre el destino,
se vuelve más fácil comprometer los esfuerzos a las realidades,
más ciertas,
terrenales (territoriales)
por sobre sueños,
idílicos.
(aunque lo último es lo mío)

Claro,
podría empezar a prometer,
amarrar a palabras,
actos propicios,
novelas de acuarela,
injertos de ternura,
manos de alcachofa,
rosas de amanecer,
sábanas manchadas,
o pecados por cometer,
bastaría entonces,
una firma,
un estampado,
una huella,
volver atrás 20 siglos,
a los confesionarios,
a las sotanas,
al vetado derecho santo,
de ser libre en mis actos
y consecuencias.

Prefiero,
en cambio,
prometerme a mí mismo,
- Considerando cuánto vale para mi, mi palabra -
por lo que haré con tu cuerpo, lo que hago con el mio,
morderé con mis labios encrispados, cada centímetro que separa el tesón duro de tus deseos, mientras arranco a bocanadas de lengua el clítoris magistral que emana entre mis dedos y dientes.

Prometo, ser un batallón de valientes,
estirar mis brazos con las ansias de flanquear tus nalgas depositadas y prestas a que mis muslos las atraviesen, vanguardia que se encabrita a mis ansias gélidas, rodeadas de la ardiente lava que puede surcar con sus movimientos cada estrechez, archipiélago o selva, amazónica o no.

Prometo, ser un jurado de imaginaciones,
juzgar a tu mirada, frente a mi espejo de absolución, para enfrentar tus ganas de todo, hacia otres, y los míos, hacia otres, en la racional búsqueda del placer infinito y tirante, atado decrépitamente a la propiedad privada enseñada desde pequeño a nuestros sexos, bocas y anos.

Prometo, ser un recolector de recuerdos,
reconfigurar los espantapájaros que se sientan a las puertas de mi percepción de poeta, pasado a alcohol, para reirme de las borracheras, beber juntos y mezclar entre las drogas las sugestiones viables, sometiendo cada brecha de poder a cada viaje de locura, hasta donde demos más.

Prometo, ser un malabarista de verdades, 
mantener la risa y el llanto que merece cada vida, por la tuya a lo menos, sin pedir disculpas si es necesario, o agradeciendo en retorno, a mis bocanadas de hombre cierto, las complejidades de un pésimo y cansado jugador de poker, que esté aburrido de tirar las cartas sobre la mesa. 

Prometo, ser un amante de irracionalidades,
volverme enfermo de/con la cabeza entre tus senos, aspirar la droga más dura de tu cuello, reptar como sanguijuela por entre tu monte de venus y tu ombligo, devorar tus rodillas con mis uñas de tabaco, mientras exhalo las sentidas angustias de un demócrata cansado de la dictadura de tu cuerpo.

Prometo, ser un observador de distancias,
mirar hacia las estrellas tratando de imaginar los crepúsculos cuánticos, donde ahogaré mis ansias de conocimiento frente a las bisagras en cancioneros de pulsares y los ojos profundos que me evocan a seguir besando tus mejillas por las mañanas, entre otras cosas que besaré por las mañanas.

Prometo, nada y todo, en torno a esto.

miércoles, 12 de julio de 2017

Cuando me atrevo a besar tu espalda

Comienzo en el sosiego,
de ver la distancia,
métrica,
convertirse en una cuestión metafísica,
observando la presencia,
pérdida e inestable,
de la figura de tus aromas,
o las correctas ideas sobre tu piel,
chocando con mis ganas,
insurgentes,
de besar de a poco,
la realidad de tu espalda,
los bordes de tu cuello,
las centurias de tus hombros,
inimaginables méritos,
acongojados en la indisciplina,
de tu cabello bipolar,
o tus manos que sujetan,
mis anclajes,
de supersticioso.

¿Tendrá mi boca la voluntad heroica de atravesar el universo que se encuentra sumergido en el tiempo-distancia de las sabanas combatientes al borde de un horizonte lleno de temblores y (des)esperanzas, última vanguardia para asaltar con la infantería de mis dientes los páramos secretos de tu espalda de marfil y arena?

Espero, así sea.

De nuevo.

lunes, 10 de julio de 2017

Mil trescientos trece egresos administrativos.

Mil trescientos trece
niños
niñas
muertos
olvidados
contabilizados como activos y pasivos
dentro de la demoledora concepción de accountability en la cual quieren recluir a estos retazos de pureza, llorando tras las puertas moradas,
en los patios vacíos,
en camas de acero,
murallas mojadas en invierno,
sabanas manchadas con temor,
cielos cayendo a pedazos, sin oportunidades, sin horizontes,
gendarmes en vez de profesores,
drogas en vez de juguetes,
violaciones en vez de canciones de cuna,
terror y terror, por sobre cualquier palabra de amor.

Es que la humanidad fue secuestrada al consumo,
donde todos van a comer,
el dinero robado a quienes más lo necesitan,
siempre, a los mismos de siempre,
egoísmos endógenos, robos partidistas,
fortunas a propósito de las sangre y el semen,
directores y gerentes,
comprados, vendidos,
niños,
comprados, vendidos,
seres podridos desde los huesos,
doloroso, hasta los dientes de toda nuestra especie.

Sin llanto que consuele, sin dolor que amague,
la imagen famélica de ver aventada a la perdición a toda nuestra generación,
por la ventana quejumbrosa de quienes se ahogan en las esquinas de la desesperanza,
maldición! por qué los niñas!?
maldición! por qué las niños!?

No les bastaba con la guerra,
con destruir este mundo, que iba a ser el mundo de ellos,
ahora los despedazan antes de tener voz,
los enmudecen antes de tener puños,
los asesinan antes de tener fuerza.

No espero nada de ustedes, baldes de excremento conservador,
y aún así,
hacen sentir un odio que grita venganza en mi frente, una y otra vez.

domingo, 9 de julio de 2017

Hijo muerto

Te pido perdón,
en nombre de mi iris confundida por las increíbles imágenes de una sociedad enferma, secuestrada por las mayores infamias de los pocos y absolutos poderosos,
despojado de todo, por las teclas negras que cubren esta máquina negra,
ocultando la luz que apenas entra triste, por las cortinas viejas y sucias,
potenciando una sensación que socorre mi existencia,
convirtiendo la paciencia en vergüenza,
hijo muerto.

Es que no entiendo que paso.

En qué momento nos acercamos tanto al abismo que proyecta las sombras de un mundo que gritamos como civilizado.
¿Cuándo nació el santiamén de segundo en el cual nos convertimos en esto?

Te pido perdón,
con todo el arrepentimiento de no haber hecho más,
el no decirle al chofer, al vecino, al amigo, al hermano,
que las cosas no valen la vida,
ningún congojo vale la falacia violenta de la propiedad privada,
introducida por los que tienen todos,
para hacer creer a los que nada tienen,
que todo deben tener todo,
que los autos nos sacan sonrisas,
pero como Prometeo,
no dan abrazos,
ni buscan el consuelo,
ni besan con sangre,
ni corren por las calles de nuestra consciencia,
hijo muerto.

Tampoco quise contarles,
los agravios de nuestra infidencia,
que los higos se esconden tristes tras la venganza,
de unos sobre unos,
de los mismos pobres de siempre,
sobre los mismos pobres de siempre.

Te pido perdón,
por tus victimarios y víctimas,
esos que parecen fantasmas de otros tiempos,
mientras los mismos ríen en sus casas,
con todos los autos,
con todos las suertes,
no nos dejan ni los tiempos,
tiempos, como ayer,
tiempos como hoy,
tiempos como mañana,
Esperando que ellos también arrastren el yugo de tu muerte en sus manos,
hijo muerto.

Te pido perdón,
por no nombrar a los verdaderos responsables,
por esquivar el nombre de los ricos,
de los medios,
de los enteros,
acumulados al borde de la inmoralidad,
sumergidos en la esquizofrenia útil de quien cree que debe conquistar,
todos los aspectos de la vida,
convertir al hijo, en enemigo del padre,
al hermano, en enemigo del abuelo
y al pobre, en enemigo del pobre,
hijo muerto.

Te pido perdón,
por no poder traer tu nombre a la muralla de los muertos injustos,
por los periodistas podridos de canales de televisión mediocres,
por las palabras livianas que te crucifican en juzgados de credos,
por las calles que no van a recordar tus pasos,
por los niños con los cuales no jugarás con rabia,
por la madre que no besará tu frente,
por los árboles que no te darán sombra.

Por todo ello, te pido perdón,
para mañana no olvidar el hecho ajeno,
que te llevo a la tumba antes que al colegio,
hijo muerto.

jueves, 22 de junio de 2017

Piedra de odio.

Eres el castillo en el aire,
sostenido por sotanas con rastro y saliva de niños,
pegamento que une las bisagras profanas de tu existencia,
oscuridad, vestida de mármol negro color esclavo,
no mereces ser la sombra de Pizarnik,
o la muerte de Huidobro.

Te autodenominas vida, deseo y voluntad,
aun detrás de las montañas de cuerpos.

Blanqueas tus actos impíos en edificios de adoctrinamiento,
en la redención de los payasos,
bufones diezmados y diezmeros,
que voluntad más barata,
para los vitrales de la vergüenza. 


Es más fácil tener dinero,
que merecer los reinos de los (hipotecables) cielos.

2 x 1 en su entrada al paraíso todos los lunes,
6 cuotas sin intereses, CAE 38% de miseria.

Pero no todos los días despiertan en tus sermones,
hoy, no,

Y salgo a declarar lucidez, levanto en ideas, tomo las armas de la razón,
ciencia en tu castigo,
grasa en tu vértigo,
Indómitas, rebeldes,
Como un apuro desinteresado.

Hoy seré la niña, pequeña y poderosa, abuela, madre, amiga,
quemada, torturada, ahogada,
violada, esclava, olvidada,
por tu apetencia machista.


Seré el mapuche,
exterminado, encarcelado, exiliado,
un pueblo que va de la raíz del foike al cielo de Tirúa,
despojado a puntas de mentiras,
de esas que hacen palidecer al más mezquino de los mezquinos.

Pero por sobre todo, hoy,
seré pobre,
sumergido y ahogado en el agua bendita que cae de las bacinicas papales,
el líquido que limpia el excremento que baja por las calles de la Conciliazione,
cuajado y arrojado a la guerra,
pateado, maldecido, condenado,
Ignorado y perseguido,
por tu desangrado colonial. 


El amor a la humanidad,
no me permite seguir aguantando este castigo,

con el deseo de vengar milenios de opresión,
juró (prometo),
seré tu eterno traidor, el Judas de nuestros tiempos,
pero más temible,
porque vengo a declarar la guerra,
abierta y en todos los frentes,
a tu verdadera faceta,
y sospecho,
que frente a este punto de inflexión,
volverían a pensar,
al ver el mundo que has construido:

Mira los muertos,
los avaros,
los ricos,
por favor, mira a los ricos.

Y mira a los pobres,
una batahola de injusticia y anuencia.

¿Que dios permitiría tanto odio?

¿Tanto dolor?

¿Que dios haría caso omiso frente a la niña violada, castrada y asesinada, como herramienta de entretención?

No, tu falta de humanidad sólo contradice esa falsa idea de semejanza.

O no existes,
o nos odias;

Y si levantar todo el clamor de mi humanidad significa llevar mis ideas a un extremo, del cual tal vez nunca vuelva,
entonces, prepararé mi voz opositora,
hasta el día que seas parte de la historia y no quien la haga,
hasta entonces,
seré el fuego que escupe tu piedra.

martes, 20 de junio de 2017

A través de mis anteojos.

Los veo caminar,
ovejas angustiadas en su existencia,
exaltadas, vociferando la felicidad máxima,
entre los deseos,
mamas de silicona,
narices respingadas por el bisturí obligatorio,
llorando perfumes,
comiendo carteras,
bebiendo accesorios,
abrazando las compras y los modelos,
siempre los últimos,
soñando con tener más y más,
consumiendo la droga de los centros comerciales,
mirando el paquete del modelo de madera,
con sus calugas descontextualizadas,
frustradas en la panza real del marido,
de un país sumido en la comida y el vómito,
repertorio que repite incansablemente,
flaco es felicidad,
pobre es tristeza,
un perfil que nos hace,
su centros de estudio,
marketing de humanos y números de hígados,
tan poco cómico,
tan trágico.
Así los veo caminar,
ovejas del movimiento más derrotado,
que convencieron de ser el más victorioso,
sumisas como monjas de convento,
socialdemócratas del artilugio político,
avanzan en la rueda de la miseria,
arrastrando esas deudas impagas,
buscando conquistar un mundo que los invita,
como el dulzor de la planta carnívora,
no los quiere, no les pertenece,
los busca como herramienta de opresión,
observado desde lejos,
cubierto por una ventana de dinero,
resguardado por los canes del estado-empresario,
para cumplir con la cuota moral,
aun cuando a estas alturas dudo,
y con toda razón,
si es que estas ovejas sentirían algo,
cuando les cortasen el cuello,
para dejarlas desangrando en la pradera,
que alimenta el pasto,
donde saldrán los ejecutivos los domingos,
a hacer jogging y todas esas cosas,
que solo ellos, hacen.

La muerte y los lentes oscuros.

Apretar constantemente las comedias sátiras, proyectando cansancio y angustia,
desde la austeridad de los conocimientos, abrasivos,
sitiando con cada golpe,
la piel destrozada,
los dientes quebrados frente al metal,
blindando,
el perímetro de la total locura.
Ingenua frente a la puerta cerrada del exilio.
Ronceando a tropas de espantapájaros llenos de semen.
(Pre)potentes, ante ella.
Insípido para las caracolas infladas en el carrusel oxidado,
bajo la luz de la luna,
intuitivo,
en las canicas del abuelo que fue alguna vez comunista,
entretenidos en su comercio irregular,
pasando entre nafta y orina
armonizando los adoquines
que caen rompiendo las rodillas de la dama.
Peces manoseados por el santo y seña.
Escobas desafiando la búsqueda de un destino errado.
Iglesias, calladas y gritando,
premoniciones antojadizas.
Todo lejos.
Excepto, la inevitabilidad de la muerte.

Cuando regrese.

Regresaré perdido en la corteza de los tímpanos
alargando perdidamente las tiritas y los festines
Comeré para achicar mis sotanas de incendiario y jugaré enojado a hacerle el amor a las estrellas
como una figurita de mar risueña en su abrazo inepto
sumergida en la rota tontera
que nos desnudó alocadamente en su idea de islote
Ingeriré moscas como canarios fritos queriendo comprender las músicas que evocaban delicadamente tus trompas a mis orejas
Seremos como mareas irreconciliables o comeremos en forma triste fritos de papayas asomados en su azul canasta o verde nariz
(a veces creo que mi daltonismo es recordado solo cuando tengo ganas de ir al baño)
Gemiré por ojales de la ciudad que encierra mis tendones a cada remolino que tropieza en las esquinas enfocando sus giros como pedazos de
campanas
púberes
indiferentes.
Traspuntines
insolentes
tropezándome
fuéramos plenos cadáveres enjaulados a terrores de pulsares imitando los mismos sonidos del mayor ejemplar de los perros de casa.
Que todavía esperan.

Lejos de ti.

Imagino poder alejar todo de ti,
enviar mis perdigones de mostaza a las altas montañas que vigilan hacendosas nuestro valle,
convertido en la escenografía de todas esas cosas que trato de olvidar entre mis recuerdos cotidianos,
lamiendo con vidrio el extracto de mis ojos, donde te veo persistir,
casi como una pesadilla que recuerda, el ciclo de esos besos catastróficos.
No dudaría ni un terrón, en regalar mi frente de madera,
para encontrar la solución más aritmética a este problema histórico,
alojado en mi ventrículo derecho y bombeado por el traidor,
a todas las actuaciones de mis manos, de mis ojos y por supuesto de mis zapatos,
medios cansados en esta vorágine,
y tantas fiestas de remembranza.
O al menos, comer la manzana envenenada,
disfrazando la idea de odio o la indiferencia embellecida por la nostalgia,
confundiendo cada centímetro que nos aleja en kilómetros de caminos hechos de tiza y nubarrones con formas parecidas a ti,
obviando el hecho imperecedero,
insostenible en el solsticio de una nueva primavera,
caprichosa en tu ausencia
que se arrastra entre los comensales,
del gran salón
en donde almacenaré,
todo de ti,
lo más alejado,
de mí.

Hijo Muerto.

Te pido perdón,
en nombre de mi iris confundida,
por las increíbles imágenes de una sociedad enferma,
secuestrada por las mayores infamias de los pocos y absolutos poderosos,
pido perdón, despojado de todo,
por las teclas negras que cubren esta máquina negra,
ocultando la luz que apenas entra triste, por las cortinas viejas y sucias,
potenciando una sensación que socorre mi existencia,
convirtiendo la paciencia en vergüenza,
hijo muerto.
Es que no entiendo que paso.
En qué momento nos acercamos tanto al abismo que proyecta las sombras de un mundo que gritamos como civilizado.
¿Cuándo nació el santiamén de segundo en el cual nos convertimos en esto?
Te pido perdón,
con todo el arrepentimiento de no haber hecho más,
el no conversar con el chofer, el vecino, amigo, hermano,
convencerlos de que las cosas no valen la vida,
ningún congojo vale la falacia violenta de la propiedad privada,
introducida por los que tienen todo,
para hacer creer a los que nada tienen,
de la mentira de la posesión,
que los autos nos sacan sonrisas,
pero como los muertos,
no dan abrazos,
ni buscan el consuelo,
ni besan con rabia,
ni corren por las calles de nuestra consciencia,
hijo muerto.
Tampoco quise contarles,
los agravios de nuestra infidencia,
que los higos se esconden tristes tras la venganza,
de unos sobre unos,
de los mismos pobres de siempre,
sobre los mismos pobres de siempre.
Te pido perdón,
por tus victimarios y víctimas,
es que parecen fantasmas de otros tiempos,
mientras los mismos ríen en sus casas,
los verdaderos responsables,
con todos los autos,
como fuentes de codicia,
pero no descanses,
ellos también arrastraran el yugo de tu muerte en sus manos,
nos encargaremos de ello,
hijo muerto.
Te pido perdón,
por no nombrar a los verdaderos responsables,
por esquivar el nombre de los ricos,
de los medios,
de los enteros,
acumulados al borde de la inmoralidad,
sumergidos en la esquizofrenia útil de quien cree que debe conquistar,
todos los aspectos de la vida,
convertir al hijo, en enemigo del padre,
al hermano, en enemigo del abuelo
y al pobre, en enemigo del pobre,
hijo muerto.
Te pido perdón,
por no poder traer tu nombre a la muralla de los muertos injustos,
por los periodistas podridos de canales de televisión terribles,
por las palabras livianas que te crucifican en juzgados de credos,
por las calles que no van a recordar tus pasos,
por los niños con los cuales no jugarás con ganas,
por la madre que no besará tu frente,
por los árboles que no te darán sombra.
Por ello, pido perdón,
para mañana no olvidar el hecho triste,
que te llevo a la tumba antes que al colegio,
hijo muerto.

Error en el crear.

Cuando
antojadizamente
te enviaron a crearme,
en cuerpo y alma
en flujo y carne
me buscaste,
en la zorra
en el tordo
en la mierda
en el cielo
y decidiste
crearme
del lodo
así lo difundiste
tierra y agua
pero de nuevo
equivocaste
no lo fui
no lo soy
no lo seré
porque me hicieron de tu sangre
de tu carne
de tus músculos
cansado de tanto crear
me hicieron de la luz filtrada a través de tus manos
me colaron en tu sudor
me mordieron en cada centímetro de tu piel
me forjaron de cada torpe pupila de tus ojos
yo soy tú
en este lugar
lo sepas, o no.
lo quieras, o no.

El colega de la vereda

Alucina la pasta, saborea su dulce aroma,
recorre las infantiles bermas sin niños, sin juegos,
contestando teléfonos de piedra, machacando dientes,
o riendo con encías rotas, llenas de barro.

Camina las veredas trizadas, resquebrajadas,
sumerge su vergüenza en neopren, del barato,
acaba con el duelo de su vida, sus 29 años, de penitencia,
amarra su barco a la orilla de la desesperación, con jeringas y codos de cobre.

Come poco y a veces nada, miserias que las ratas rechazarían,
todos los días una dosis letal de despecho y ansias,
vuela duro y fuerte, como gorriones cocainómanos,
su corazón se reduce en la adicción al descalabre y la jerga.


Así está el colega, de ropas llorosas y lentes lechosos,
de mugre, carmín y viveza sin vida, emputecida,
lloviendo la voz ronca de sus palabras más calamitosas,
- una moneíta pa’ comer ca’allero -

lunes, 19 de junio de 2017

En tu boca.

A veces en ella,
respiro en forma inusitada,
bebo hasta emborracharme de ti,
como si la carne de tus labios fueran alimento para un hambriento,
lloro en las noches que la veo irse de mi lado,
rio del espanto de sentir esto,
grito por el placer del sexo de mis dedos en tus dientes,
hablo entre las almohadas que no dejan sentido,
juego a quererme y quererte, en viceversa,
beso como nunca antes lo hice contigo y si ti,
duermo esperando volver a despertar en ella.

En definitiva
En tu boca
Vivo como sombra de mi mismo.

¿Por qué entonces
no quieres vivir
en mi boca,
que son finalmente
tus propios labios
en la ansía de mi
nostalgia
que me llena de ellos?


viernes, 16 de junio de 2017

El responso de la angustia

Sujeta el color claro,
emulando,
tiempos de vagos,
ocaso, pérfida y malentendida,
estruendo de iglesia incendiada
por tus pecados terrenales.

Hoy me fui,
mirando atrás por si veía aparecer la esquina
sin tu perfil de caminadora empedernida
ni tus falanges explosivas
pensando en esos días
donde me tomabas de la mano 
para llevarme a comprar pan, diario, caliche.

También trate de llegar,
nuevamente, entre los días devastados
y tampoco estabas,
no me esperabas,
mi pupila derecha estaba en un plan maquiavélico para quedarnos solos.

Cuando hablamos.

Largos son los comensales,
llenan infinitamente el pliego,
terco y suspicaz, ávido,
mordido,
placebo en la rabia,
genuino en la palabra,
claro en ideas,
sujeto a sus fantasmas,
demoníacos.

Largo el resto,
la estela inconclusa,
cuando suspiro tenue,
rompe silencios,
zumbido eléctrico,
de una válvula sin escape,
hecha pedazos,
o manos de otros,
también hechos pedazos.

Larga la conciencia,
pesa sobre todo,
educadamente ignorado,
ruegos genuinos,
de una madre en guerra,
asustada por el hijo,
la hija y su munición,
vida desterrada,
a los salones desiertos.

Larga la proeza,
tímido ronquido,
de varios cometas ligeros,
el aire se construye,
de presagios reiterativos,
caen a balazos y culatazos,
sobre nosotros,

los mismos de antes,
solo que distintos.