miércoles, 26 de diciembre de 2018

Deja algo de mí en ti.


Cuando besen tu boca cargada de inasistencias,
y me acomode triste entre las sabanas de la desesperanza,
cuando amanezcas abrazada a otras almohadas radiantes,
o recorra con mis dedos el cielo de la pieza en la cual amanecimos,
deja algo de mí en ti.

Cuando te sorprendan por la espalda otros brazos,
y ya no sean mis anclas de joven confundido,
cuando te acaricien la vida por entre tus cabellos terminados en fuego,
o no recuerdes mis ritmos y acordes, canciones o himnos,
entonces recuerda, deja algo de mí en ti.

Cuando tomen tu mano golondrinas perversas,
y olvides la bóveda distante regalada con mis párpados,
cuando coman en tus muslos un montón de colibríes y cuervos,
o no pueda borrar de mis pómulos las cicatrices de tus pestañas,
en ese preciso momento, deja algo de mí en ti.

Cuando recojas del tendedero ropas distintas a mis camisas gastadas,
y en los cajones se pierda el aroma de mis perfumes baratos,
cuando deambules por las calles donde perdíamos la noche,
o mientras tus ojos me saluden al final de cada botella delatora,
también deja algo de mí en ti.

Pero si después de todo,
sin poder explicar tus propios latidos,
y como conservan en su ritmo el acento de mis pasos,
cuando no alcances a persuadir a tus oídos,
de la ausencia de mis conversaciones,
en cada estrella que pasa por el espectro,
donde guardas todo lo que es,
y aunque no sientas nada,
y mires en la soledad las murallas confidentes,
sin recordar nada de lo que fue, de lo que fuí,
entonces, cuando nada quede,
el tiempo se encargará de borrar todo,
lo que haya de mí, que no haya quedado en tí.

Lo que fuiste para mi y no puede ser para tí.

martes, 18 de diciembre de 2018

Insospechada.


Vocación del universo
enfrentar en hora tuerta
sin rubro de victoria
aparente o posible
la premura hipotética
de un desorden descomunal
de quienes llenamos las esquinas
esperando al animal policial
al borde de la cloaca
de malabares injustos 
llamada ciudad.

Cuando en medio de la poesía
aparecen tus ojos encapuchados
al centro de la humareda
de un Santiago en mayo.