no es fácil distinguir su rostro
de los rostros aterrorizados
componiendo cuerpos de orden
suele ser más fácil divisar
cuando ataca jubiloso
recorriendo el espacio con sus estruendosos policías
despejando la plaza
reventando ojos
volviéndose contra los pobres
sin saber
que solo es un ademán desesperado
de un animal gigantesco
a quien le vamos achicando la cancha.
el orden de sus días esta contado
y sabemos bien
lo difícil de asesinar
al heredero de milenios de hegemonía
pero detrás nuestro
también hay millones de guerras
de injusticias
de venganzas.
solo falta heredar la ternura
volver a la tierra común
llenarnos de ganas colectivas
derramar los surcos
alimentar las bocas
para enterrar este puñal de memoria
desde el 36 tantas veces negado.